Es la suspensión de la clase para descansar o jugar unos minutos fuera del aula, antes de reiniciar la tarea nuevamente. Es un momento necesario para que alumnos/as y docentes puedan desconectarse después de un período de concentración y trabajo mental, poder distenderse para luego, activarse nuevamente y continuar con eficiencia y motivación.
Con frecuencia, se entiende que existe una necesidad casi biológica que tienen los niños de salir a “descargar” un poco todas esas ganas y energías contenidas en las clases . De este modo, enten demos que cada niño/a tiene libertad para correr, jugar y gritar.
Sin embargo… ¿Cuántos conflictos se producen en el recreo que se trasladan luego a la clase? ¿Requiere el recreo una mirada pedagógica, es decir, un análisis previo para evitar conflictos?
Muchas veces, nos acostumbramos a convivir con la rutina y, aunque esta nos incomode y no se logre el objetivo que se persigue, no la cambiamos por miedo, por costumbre, por mandatos.
Sin lugar a dudas el recreo es una necesidad desde el punto neuropsicológico. La capacidad de atención focalizada después de los 50 minutos empieza a decaer. Pero, cada persona tienen diferentes modos de buscar ese descanso: algunos niños se sientan y contemplan a su alrededor comiendo su merienda, otros, deambulan por el patio, otros sacan figuritas o juguete para compartir con sus compañeros, otros buscan con ansias una pelota para armar un partido de fútbol. Algunos corren sin rumbo fijo, a veces sin advertir que se pueden llevar por delante una persona.
Cabe entonces preguntarse si durante el recreo los alumnos y alumnas
¿ Llegan más relajados al aula?
¿Han recuperado energías para enfrentar el trabajo escolar con eficiencia?
¿ Han satisfecho sus necesidaes comiendo sus meriendas o asistiendo al baño?
Las respuestas pueden motivarnos para buscar nuevas maneras de vivenciar los recreos en la escuela.
¡Esperamos que te sirva el artículo!