El nacimiento conlleva un replanteo personal y conyugal. Uno, va de la mano del otro porque, en función de las decisiones de ambos , se planteará el estilo de crianza, la organización familiar, se jerarquizarán necesidades y prioridades, se distribuirán responsabilidades, se definirán roles , entre tantas cosas.
En este replanteo, no siempre se acordará en todos los aspectos pero, es signo de madurez asumir que no sólo somos individuos.
Por un tiempo, dejaremos de mirarnos a nosotros mismos porque el bebé reclama nuestra atención.
Lejos de ser un abandono personal, es más bien una renuncia, al menos por un tiempo a algunas actividades y costumbres que teníamos
El conflicto se plantea cuando además de, querer trabajar, hacer bien el trabajo, capacitarse, viajar, ir al gimnasio, salir de compras, tener la casa limpia, cocinar, participar de eventos sociales, cuidar el cuidar un niño todo el día: bañarlo, darle de comer, hacerlo dormir, cambiarlo, entretenerlo, mirarlo, consolarlo, llevarlo a los controles médicos.
Son tantas actividades diarias por hacer, que no alcanza el tiempo físico para cumplirlas.
Muchas veces, esta situación, abruma angustia y frustra.
A veces, el esposo/a comprende y ayuda. Otras, se enoja y no comprende el malhumor de su esposa/o.
¡Cada uno reacciona como puede!.
¿Qué hacer en esta situación?
- Como toda relación humana, requiere de empatía para ponerse en el lugar del otro y actuar comprendiendo la situación, tratando de no dañar sino , de aportar.
- Es muy importante dialogar y escuchar. Poner en palabras lo que sentimos y deseamos es una forma de que el otro busque el modo de ayudarnos.
- Comprender que “el carro” se tira entre dos y que las cargas deben estar distribuidas.
- Acordar rutinas, responsabilidades y tareas que hará cada uno.
- Respetarse: utilizar palabras cariñosas, tratarse bien.
- Pensar el modo y momento oportuno para hablar.
- No perder la idea de conciliar más que discutir.
¿Cómo buscar ayuda?
Existen diferentes opciones para buscar ayuda.
Una opción es buscar un Jardín maternal o también llamados Guardería.
Allí, las maestras, procuran forman hábitos y asistirlos en lo que necesitan.
Este nuevo servicio que impuso la sociedad moderna, alivia la tarea de los padres.
Sin embargo, la cuestión no está en el uso de la misma sino en la cantidad de horas que el niño o niña permanece en ella al menos en la primera infancia, es decir hasta los tres años.
La niña y el niño necesitan vincularse con su entorno familiar: los olores, ruidos, espacios, objetos, tonos de voz, caricias y rutinas, permiten que encuentre un lugar de pertenencia , en dónde no sólo se lo protege y asiste sino en dónde cada familia le da la impronta cultural y afectiva que lo hace único en ese ámbito familiar.
El Jardín le dará toda la asistencia y protección , lo estimulará y buscará que esté feliz pero, la familia le brinda el «hogar». Ambas se complementan.
La ayuda de una niñera o un familiar (abuelos-tíos) suele facilitar el traslado del niño/a, dejarlo que comparta las cosas de su casa, tener atención exclusiva, prevenirlo de enfermedades y contagios.
Tiene la desventaja que el niño/a no sociabiliza con otros pares y no siempre recibe la estimulación en habilidades como el lenguaje , pensamiento, psicomotricidad que sí se propone en un Jardín Maternal. Además, hay rutinas, hábitos y conductas imitativas que se logran en el intercambio con los otros niños y niñas.
Cada familia buscará según sus recursos y necesidades la que crea que es la mejor opción.
Lo importante es debatirlo y pensar las ventajas y desventajas de cada elección para el bien del niño y/o de la niña.